soy mamá de un pequeño que tuvo problemas para dormir.
Recuerdo esos meses como una etapa física, mental y emocionalmente muy dura, no dejaba de preguntarme “¿qué estoy haciendo mal?” como si el hecho de que mi bebé no durmiese bien fuese responsabilidad y culpa mía a partes iguales. Estaba sin energía, temiendo a enfrentarme a cada noche y sin saber que más hacer para mejorar la situación.